La Pastoral Social de la diócesis de Lomas advirtió por la “emergencia en materia de adicciones”
La Pastoral Social de la diócesis de Lomas de Zamora advirtió por la “emergencia en materia de adicciones” y, como “nadie se salva solo”, convocó “a nuestro Pueblo y sus instituciones a sumarse a esta difícil pero justa tarea de ofrecer una alternativa comunitaria al descarte y el desahucio que se impone”.
- 17 Noviembre 2024
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La Pastoral Social de la diócesis de Lomas de Zamora advirtió por la “emergencia en materia de adicciones” y, como “nadie se salva solo”, convocó “a nuestro Pueblo y sus instituciones a sumarse a esta difícil pero justa tarea de ofrecer una alternativa comunitaria al descarte y el desahucio que se impone”.
Así se expresó el organismo diocesano en el encuentro encabezado por el obispo, monseñor Jorge Lugones SJ, con motivo de la VIII Jornada Mundial de los Pobres, que la Iglesia conmemoró este fin de semana bajo el lema: “La oración del pobre sube hasta Dios”.
En el Centro Cultural “El Ceibo”, en Banfield, la apertura y el cierre de la reunión con numerosas instituciones sociales estuvo a cargo de monseñor Lugones, que también contó con la presencia del Intendente de Lomas de Zamora, Federico Otermin, y el delegado diocesano de la Pastoral Social, presbítero Carlos Ramos.
En el panel central de la mañana, entre varios testimonios, la Fundación “Vida Nueva” expuso “la importancia de organizar la Comunidad para acompañar a las personas que se encuentran en situación de consumo problemático”.
Desde la Secretaría de Relaciones con la Comunidad del municipio local agradecieron “a todos los que participaron en esta jornada y reafirmamos el compromiso de trabajar unidos por una sociedad más justa y menos desigual, con toda la comunidad comprometida”.
Del Sirácida o Libro del Eclesiástico (21, 5), Francisco tomó la frase que fue el lema de la nueva Jornada Mundial de los Pobres: "La oración del pobre sube hasta Dios”. En este sentido, en su mensaje para la ocasión, aseguró que “los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios, de tal manera que, ante su sufrimiento, Dios está ´impaciente´ hasta no haberles hecho justicia, ´hasta extirpar la multitud de los prepotentes y quebrar el cetro de los injustos; hasta retribuir a cada hombre según sus acciones, remunerando las obras de los hombres según sus intenciones´ (Si 35, 21-22). Dios conoce los sufrimientos de sus hijos porque es un Padre atento y solícito hacia todos. Como Padre, cuida de los que más lo necesitan: los pobres, los marginados, los que sufren, los olvidados. Pero nadie está excluido de su corazón, ya que, ante Él, todos somos pobres y necesitados. Todos somos mendigos, porque sin Dios no seríamos nada. Tampoco tendríamos vida si Dios no nos la hubiera dado”.
“La Jornada Mundial de los Pobres es ya una cita obligada para toda comunidad eclesial”, señaló. “Es una oportunidad pastoral que no hay que subestimar, porque incita a todos los creyentes a escuchar la oración de los pobres, tomando conciencia de su presencia y su necesidad. Es una ocasión propicia para llevar a cabo iniciativas que ayuden concretamente a los pobres, y también para reconocer y apoyar a tantos voluntarios que se dedican con pasión a los más necesitados. Debemos agradecer al Señor por las personas que se ponen a disposición para escuchar y sostener a los más pobres. Son sacerdotes, personas consagradas, laicos y laicas que con su testimonio dan voz a la respuesta de Dios a la oración de quienes se dirigen a Él. El silencio, por tanto, se rompe cada vez que un hermano en necesidad es acogido y abrazado”.
- MENSAJE FINAL DE LA PASTORAL SOCIAL
Mesa por la Vida Digna
Somos un conjunto de personas de la diócesis, organizaciones sociales, sindicales, políticas, asociaciones civiles, fundaciones e instituciones comunitarias que nos reunimos para pensar juntos estrategias y acciones contra uno de los mayores flagelos que azota a nuestra comunidad: las adicciones.
Reconocemos en la dignidad una propiedad irrenunciable e intrínseca del ser humano, y asistimos con dolor a presenciar, día tras día, el asedio planificado para despojar a nuestro Pueblo de ella. Las adicciones (a drogas legales o ilegales, al juego, a la prostitución o la pornografía) son una parte del problema y no se explican sin la cultura del descarte del presente. La ausencia de un proyecto realizable de una vida digna, que se condice con la falta de acceso a la educación, a una alimentación saludable, a un techo, la falta de afecto, la pobreza estructural, la violencia, la criminalidad, la ausencia negligente del Estado, son condición posible para que las adicciones proliferen como una plaga entre nuestros barrios.
Las adicciones se enquistan y crecen en el vacío más grande que una persona puede sentir: la falta de propósito en la vida. La “narcocultura” explota ese vacío; desplaza los valores de la cultura del trabajo e impone otros, falsos, tales como lo efímero, los atajos, el alarde y la salvación individual en desmedro del prójimo.
- Foto. El obispo en el encuentro por la JMP (Gentileza: Prensa Municipio de Lomas de Zamora)
Como describió el santo Padre en la exhortación apostólica postsinodal “Christus Vivit”: “Muchos jóvenes se sienten hoy hijos del fracaso, porque los sueños de sus padres y abuelos se quemaron en la hoguera de la injusticia, de la violencia social, del sálvese quien pueda. ¡Cuánto desarraigo! Si los jóvenes crecieron en un mundo de cenizas no es fácil que puedan sostener el fuego de grandes ilusiones y proyectos. Si crecieron en un desierto vacío de sentido, ¿Cómo podrán tener ganas de sacrificarse para sembrar?”
Las adicciones no podrían tener el lugar central que tienen hoy si cada hombre y cada mujer pudiera llevar a cabo su proyecto de vida en paz, en el marco de una comunidad que también se realiza.
Proponemos hacer frente a este avance de la crueldad y el descarte, poniendo en valor a la comunidad como noción de destino común y de Esperanza. Son las familias, por cierto, la unidad mínima de sentido comunitario y el núcleo de reproducción de las virtudes de y para la vida con otros. La parroquia, el club, el jardín o centro comunitario, son bastiones de encuentro y solidaridad que deben ser protegidos.
Convocamos a nuestro Pueblo y sus instituciones a sumarse a esta difícil pero justa tarea de ofrecer una alternativa comunitaria al descarte y el desahucio que se impone, declarando e invitándolo a adherir públicamente a la “Emergencia en materia de adicciones”. Nadie se salva solo.-
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